(translated by Vicente Carbona, from Blackmore 1999)
En 1976, Richard Dawkins escribió el que es probablemente el libro más popular hasta ahora sobre la evolución, El gen egoísta. El libro le daba un nombre pegadizo a la teoría de que la evolución procede totalmente a favor de los replicadores egoístas. Es decir, la evolución ocurre no por el bien de las especies, no por el bien del grupo, ni siquiera por el bien del organismo individual. Es todo por el bien de los genes. Los genes exitosos se propagan y aquellos que no lo son, no lo hacen. Lo demás es todo consecuencia de este hecho.
Por supuesto, el replicador principal que consideraba era el gen, una unidad de información codificada en el ADN y leída en la síntesis de proteínas. Sin embargo, al final mismo del libro, afirma que existe otro replicante en este planeta: el meme.
El meme es una unidad de información (o instrucción conductual) almacenada en un cerebro y transmitida por imitación de un cerebro a otro. Dawkins daba como ejemplos: las ideas, las melodías, las teorías científicas, las creencias religiosas, las modas, y habilidades tales como nuevas formas de hacer una cerámica o construir arcos arquitectónicos.
Las implicaciones de esta idea son asombrosas y Dawkins explicó algunas de ellas en detalle. Si los memes son realmente replicadores, se comportarán inevitablemente de manera egoísta. Es decir, los que sean capaces de propagarse se propagarán, y los que no lo son, no. Por consiguiente, el mundo de las ideas, o la memosfera, no se llenará con las ideas mejores, más verdaderas, más esperanzadoras o útiles, sino con las ideas supervivientes. Los memes son sólo supervivientes, como los genes.
En el proceso de sobrevivir, igual que los genes, crearán grupos de memes de apoyo mutuo. Recuérdese a las motas. En unos millones de años empezaron a unirse en grupos porque las que se agrupaban sobrevivían mejor que las solitarias. Los grupos se hicieron más grandes y mejores, y de ello evolucionó un complejo ecosistema. En el mundo real de la biología, los genes se han agrupado para crear enormes criaturas que entonces se aparean y perpetúan los grupos. De manera similar, los memes pueden agruparse en los cerebros humanos y llenar el mundo de las ideas con sus productos.
Si esta visión es correcta, entonces los memes deberían ser capaces de evolucionar independientemente de los genes (aparte de necesitar un cerebro). Ha habido muchos intentos de estudiar la evolución cultural, pero la mayoría de ellos tratan implícitamente a las ideas (o memes) como subordinadas a los genes (ver, por ejemplo, Cavalli-Sforza y Feldman, 1981; Crook, 1995; Durham, 1991; Lumsden y Wilson, 1981). Si aceptamos que los memes son replicadores, podemos ver que funcionan pura y simplemente por su propio interés. Claro, en cierta medida, los memes tendrán éxito si son útiles para sus anfitriones, pero esta no es la única forma de que un meme sobreviva, y pronto veremos algunas consecuencias de esto.
Desde que sugirió por primera vez la idea de los memes, Dawkins ha discutido la propagación de comportamientos tales como vestir gorras de baseball hacia atrás (¡mis hijos acaban de volver las suyas hacia delante de nuevo!), el uso de distintivos especiales de ropa para identificarse las pandillas, y (más conocidamente) el poder de las religiones. Las religiones son, de acuerdo con Dawkins (1993), gigantes complejos de memes coadaptados, esto es, grupos de memes que andan juntos en apoyo mutuo y por lo cual sobreviven mejor de lo que podrían hacerlo los memes solitarios. Otros complejos de memes incluyen: los cultos, los sistemas políticos, los sistemas de creencia alternativa, y las teorías y paradigmas científicos.
Las religiones son especiales porque se valen prácticamente de casi todo meme-ardid clásico (lo cual es presumiblemente la razón por la que duran tanto e infectan tantos cerebros). Piénsese de este modo. La idea del infierno es inicialmente útil porque el miedo al infierno refuerza el comportamiento social deseable. Ahora añádase la idea de que los incrédulos van al infierno, y el meme y cualquiera de sus compañeros están bien protegidos. La idea de Dios es un meme de compañerismo natural, mitigando el miedo y proporcionando confort (espurio). La propagación del complejo de memes es apoyada por exhortaciones para convertir a los demás y por trucos tales como el celibato sacerdotal. El celibato es un desastre para los genes, pero ayudará a difundir los memes porque un monje célibe dispone de más tiempo para promocionar su fe.
Otro truco es valorar la fe y suprimir la duda que conduce a todo niño a hacer preguntas difíciles como “¿Dónde está el infierno?” y “¿Si Dios es tan bueno por qué torturaron a esas personas?” Obsérvese que la ciencia (y algunas formas del budismo) hacen lo opuesto y alientan la duda.
Finalmente, una vez has sido infectado por estos complejos de memes, es difícil desprenderse de ellos. Si intentas desecharlos, algunos incluso se protegen con amenazas desesperadas de muerte, excomunión, o de que arderás por toda la eternidad en el fuego del infierno.
No debo pasarme de rosca. El punto que deseo señalar es que estos memes religiosos no han sobrevivido durante siglos porque son verdaderos, porque son útiles para los genes, o porque nos hacen felices. De hecho, creo que son falsos y responsables de las peores miserias de la historia humana. No, han sobrevivido porque son memes egoístas y son capaces de sobrevivir exitosamente. No necesitan otra razón.
Cuando empiezas a pensar de este modo, se te abre una perspectiva verdaderamente aterradora. Todos nos hemos acostumbrado a pensar de nuestros cuerpos como organismos biológicos creados por la evolución. Pero todavía nos gusta pensar de nosotros mismos como algo más. Controlamos nuestros cuerpos, dirigimos el espectáculo, decidimos qué ideas creemos y cuáles rechazamos. ¿Pero lo hacemos realmente? Si pensamos en los memes egoístas, es evidente que nuestras ideas están en nuestra cabeza porque son memes exitosos. El filósofo americano Dan Dennett (1995) alega que una “persona” es un tipo particular de animal, infectado por memes. En otras palabras, tú y yo y todos nuestros amigos somos el producto de dos replicadores ciegos: los genes y los memes.
Encuentro estas ideas absolutamente asombrosas. Potencialmente podríamos ser capaces de comprender toda la vida mental en términos de competición entre memes, igual que podemos comprender toda la vida biológica en términos de competición entre genes.
[extracto de "Despertando del Sueño del Meme"]
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